Festival Rosa y Negro

Del 13 al 18 de febrero se ha celebrado en Tres Cantos el Festival Literario Rosa y Negro, donde el género noir o negro se ha unido al rosa o romántico. Durante estos seis días se han desarrollado diversas actividades como charlas, mesas redondas, encuentros con autor, dramatización y proyecciones. Todas estas actividades han tenido lugar en diversos espacios culturales y educativos del municipio, en el que ha contribuido la Biblioteca Municipal Lope de Vega acogiendo las charlas, mesas redondas y los encuentros con autor.

El Festival a contado con nombre muy reconocidos de la novela negra como Lorenzo Silva, Guillermo Galván o Susana Rodríguez Lezaun entre otros. La novela rosa ha estado representada por un amplio grupo de autores como Andrea Longarela, Abril Camino, Alice Kellen, Blue Jeans o Myriam M. Lejardi. El cómics se ha hecho notar con la presencia de Carlos Portela, Antonio Altarriba, Juan Díaz Canales o Teresa Valero. Han sido muchos escritores los que nos han acompañado como Espido Freire o Marcelo Luján y por supuesto la directora del mismo, la escritora y periodista Marta Robles.

Una propuesta muy interesante que une dos géneros aparentemente divergentes.

Os dejamos con algunos momentos de este Festival.Diseño sin título

Club de lectura de cómic: Yo, asesino de Antonio Altarriba y Keko

En la sesión del club de lectura de cómic correspondiente al mes de febrero nos acercamos al cómic español reciente a través de Yo, asesino (Norma Editorial, 2014), una obra del guionista Antonio Altarriba y el dibujante Keko. El primero, conocido entre el gran público por El arte de volar, sorprendió con un guion de género negro muy clásico, en el que, sin embargo, se servía de sus tópicos para reflexionar sobre el papel del arte en la sociedad y profundizar en el concepto de la crueldad.

El dibujo de Keko, de fuertes claroscuros (matizados por el uso del color rojo para la sangre y ciertos elementos simbólicos) y con una fuerte impronta fotográfica, que hace plenamente reconocibles los escenarios, genera una atmósfera opresiva y barroca, en la que se mueve el profesor Ramírez Rodríguez, un catedrático de Historia del arte que, en su vida privada, es un asesino artístico. La obra adopta su voz en primera persona para mostrar los motivos que lo llevaron a iniciar tan peculiar carrera, al tiempo que da vueltas a una trama de intrigas universitarias, centradas en las luchas por el control del departamento y, suponemos, inspiradas en la carrera académica del propio Altarriba.

Durante el club, se generó un intenso debate acerca de la posibilidad de empatizar con un personaje amoral como Ramírez Rodríguez o, al menos, entender su psicología: el asesino defendía sus acciones como muertes artísticas, sin motivo, diferenciadas de los asesinatos en serio y de los asesinatos motivados por intereses económicos o políticos, que aparecerán también en la trama del libro.

El éxito de Yo, asesino, publicado originalmente para el mercado francés, se vio refrendado por las siguientes entregas de lo que oficiosamente se ha denominado «trilogía egoísta»: Yo, loco (2018) y Yo, mentiroso (2020), también con Keko como dibujante. Aunque las tres obras son independientes entre sí, mantienen el tono oscuro y pesimista y exploran diferentes facetas de la psique humana, y contienen diferentes guiños entre sí, en forma de cameos de personajes: de alguna forma, suceden en el mismo «universo». Para los lectores que se hayan quedado con ganas de más, también está disponible El perdón y la furia (2017), una obra encargada por el Museo del Prado tras el éxito de Yo, asesino, en la que la pareja creativa retoma muchos de los temas artísticos de su primera obra para explorar la figura del pintor José de Ribera, conocido como el Españoleto.

Club de lectura de cómic: el cómic en España

Tras el parón veraniego, el club de lectura de cómic ha vuelto a la Biblioteca Lope de Vega. Así, el pasado martes 6 de octubre se celebró la primera sesión de un nuevo ciclo, en el que se hizo un recorrido histórico por el cómic español, para entender los cambios que se han producido en este medio y cómo es el mercado actual.

Tras unos comienzos en la prensa escrita a finales del siglo XIX, similares a los de muchos otros países europeos o Estados Unidos, la historieta comenzó a dirigirse al público infantil. Así, publicaciones infantiles como TBO incluyó entre sus contenidos páginas de cómic, que se volvieron tan populares que pronto fueron las protagonistas de estas revistas. De hecho, TBO alcanzó tal fama que acabo dando nombre, por metonimia, al conjunto del medio: los tebeos.

La guerra civil supuso una quiebra total en el desarrollo del cómic. Aunque, poco a poco, la incipiente industria del tebeo fue recuperándose, en un contexto muy diferente marcado por la escasez del papel y la ruinosa economía. Solo la radio y los tebeos ofrecían entretenimiento popular accesible a casi todo el mundo. Los tebeos se compraban, pero también se prestaban, se cambiaban y se leían en la calle. Eran revistas o cuadernillos impresos con técnicas deficientes y materiales baratos, pero que, para muchos niños y niñas, supusieron una ventana a la fantasía y la aventura.

Series como El capitán TruenoEl guerrero del antifazMis chicas, Roberto Alcázar y PedrínMary Noticias, y personajes como Doña Urraca, Zipi y Zape, las Hermanas Gilda o Mortadelo y Filemón se convertirían en parte de la memoria sentimental de varias generaciones de españoles.

Sin embargo, mientras que en el resto del mundo el cómic vivía una auténtica revolución en los años 60, la censura franquista siguió considerando los tebeos como productos de escaso valor artísticos y propios únicamente de un público infantil, lo que restringía sus contenidos. No fue hasta el tardofranquismo y, sobre todo, la transición a la democracia, que comenzaron a aparecer nuevas revistas que recogieron todos esos vientos de cambio en el cómic. Cabeceras como StarBésame MuchoEl Papus desafiaron la censura y la moral del agonizante franquismo.

A partir de 1977, comienza el llamado «boom del cómic adulto» en España. Diversas editoriales aprovechan la libertad de prensa de la reciente democracia para publicar revistas en las que recogen lo más importante del cómic adulto europeo y americano de las últimas décadas: Moebius, Richard Corben, Guido Crepax, Druillet y muchos otros, que se unen a la primera generación de españoles que quiso hacer un cómic autoral: Carlos Giménez, Alfonso Usero, Josep Maria Beà o Enric Sió, entre otros.

Cabeceras como Cimoc, Comix Internacional o Zona 84 respondieron a este modelo, mientras que El Víbora, CairoMadriz apostaron por un cómic más moderno, en sintonía con los nuevos movimientos artísticos que experimentó el país, muchas veces dando espacio a nuevas generaciones de autores que serían, a la postre, muchos de los que después protagonizarían las siguientes décadas.

Porque el paradigma cambiaría totalmente en la década de los 90: la explotación del modelo de publicación en revista y la incapacidad de modernizar sus contenidos se sumaron a la competencia de otras formas de ocio y del cómic americano y japonés y acabaron por hundir aquel efímero boom. Durante toda esa década, los autores españoles prácticamente se quedaron sin opciones de publicación profesional, y tuvieron que dedicarse a otros sectores o trabajar para otras industrias del cómic. Encontramos, no obstantes, pequeños sellos editoriales, revistas autogestionadas y fanzines que mantienen viva la llama de un cómic de autor, alejado de lo infantil y de la copia del material extranjero.

Eso es lo que permitirá, a finales de los 90, un renacimiento, lento pero seguro, gracias a nuevas generaciones de autores y de editoriales como De Ponent, Sins Entido y Astiberri, que recogen las nuevas sensibilidades y empiezan a apostar por el libro como formato de publicación. Gracias al creciente interés de los medios de comunicación, a la llegada del cómic a puntos de venta generalista y al talento de los autores, poco a poco se va consolidando un nuevo panorama que recoge a los supervivientes de los 80 y 90 y a nuevas olas de aristas. En el año 2007 se crea el Premio Nacional de Cómic y se publican Arrugas de Paco Roca y María y yo de Miguel Gallardo, dos títulos imprescindibles para entender el devenir de la novela gráfica española y para llegar al gran público.

Desde entonces, el cómic español se ha diversificado para alcanzar todo tipo de temáticas, desde la no ficción a la aventura, pasando por la autobiografía, el cómic experimental o de vanguardia y los géneros más tradicionales. A pesar de que el mercado debe crecer todavía, el nivel artístico de sus autores es excelente y muy heterogéneo, como demuestra el trabajo de Álvaro Ortiz, Ana Galvañ, María Medem, David Rubín o Antonio Altarriba, y como esperamos que demuestre la lectura de Las meninas de Santiago GarcíaJavier Olivares, el primero título de este nuevo ciclo del club de lectura de cómic de la biblioteca.

Club de lectura de cómic: La balada del norte

La obra escogida para la cuarta sesión del club de lectura de cómic ha sido el primer volumen de La balada del norte (Astiberri, 2015), obra de Alfonso Zapico. Se trata de su proyecto más maduro y ambicioso hasta la fecha: una serie de cuatro volúmenes -el cuarto aparecerá en 2021- en la que el autor aborda la revolución de la cuenca minera de Asturias de 1934, en el contexto de una gran inestabilidad política y social en la Segunda República, que solo dos años más tarde será golpeada por una sublevación militar.

Alfonso Zapico, nacido en Blimea en 1981, es uno de los autores españoles más activos de su generación. Su primera obra larga, publicada en 2006 para el mercado francés, fue La guerra del profesor Bertenev (Dolmen, 2009), con la que ganó el Premio al autor revelación del Salón del cómic de Barcelona. Su siguiente obra, ya directamente para el mercado español, confirmó su interés por las temáticas históricas: Café Budapest (Astiberri, 2008). En 2012 obtuvo el máximo galardón que se otorga en España a un cómic: el Premio nacional. Lo mereció con su biografía de James JoyceDublinés (Astiberri, 2011). Se convirtió en el autor más joven en ganar el Premio hasta entonces, con solo 31 años.

Tal trayectoria nos habla de un autor con férreo compromiso con el medio en el que ha escogido expresarse. Desde Angoulême, donde vive desde que disfrutó de una beca en su prestigiosa Maison des Auteurs, se ha convertido en uno de los autores más afamados y comerciales de la novela gráfica.

La balada del norte es un trabajo de madurez: todas sus virtudes como narrador, la fluidez de sus páginas, la expresividad de su trazo, se ven beneficiadas de la experiencia previa y se aplican, por primera vez, a una temática en la que Zapico está directamente implicado, pues proviene de familia de mineros y la revolución del 34 es un hito en la historia de la región en la que nació. Para explicarse los hechos adopta un punto de vista de historiador, que le permite recuperar la memoria colectiva, si bien no cae en una falsa equidistancia: el fresco histórico refleja muy bien las posiciones de unos y de otros, y los procesos que crearon el clima violento de los años finales de la Segunda República.

La historia de amor de Tristán, hijo del cacique, e Isolina, hija del líder obrero Apolonio, sirve de hilo conductor para el lector, que, como confirmaron con entusiasmo muchas de las personas asistentes al club, se ve absorbido por las tramas y devora las páginas de este primer volumen. Su grafismo le permite recrear ambientes y, gracias a determinados recursos visuales, potencia la fuerza emotiva de los hechos narrados, por ejemplo, a través del uso del negro para enmarcar las escenas que transcurren en la mina.

Con la atención a los detalles y la capacidad para crear personajes veraces y tridimensionales de los maestros del naturalismo y el realismo del siglo XIX, Alfonso Zapico construye un relato completo y complejo de las diferentes clases sociales y los enfrentamientos entre ellos. Lejos de maniqueísmos, persigue que entendamos los motivos de cada uno de los actores en juego, una voluntad que se volverá más evidente en los siguientes volúmenes.

La balada del norte se inserta en toda una corriente de la novela gráfica española centrada en nuestra historia y memoria recientes, que bien desde la narración, bien desde el ensayo, está contribuyendo a recuperar aspectos un tanto olvidados de nuestro pasado. El siglo XX ha sido el caladero favorito para muchos dibujantes, quizás porque pueden abordarlo desde las historias familiares de abuelos, abuelas, madres y padres, como es el caso de Estamos todas bien (Salamandra Graphic, 2017) de Ana PenyasJamás tendré veinte años (Norma Editorial, 2016) de Jaime MartínEl ala rota (Norma Editorial 2016) de Antonio AltarribaKim. Sin embargo, no son tantas las obras que aborden la Segunda República, lo cual añade valor al proyecto de Alfonso Zapico.

Más obras del autor

La guerra del profesor Bertenev (Dolmen, 2009)

Café Budapest (Astiberri, 2008)

Dublinés (Astiberri, 2011)

La ruta Joyce (Astiberri, 2011)

El otro mar (Astiberri, 2013)

La balada del norte (Astiberri, 2015-)

Los puentes de Moscú (Astiberri, 2018)

Otros cómics sobre la Segunda República

El arte de volar de Antonio Altarriba y Kim (De Ponent, 2009)

El ala rota de Antonio Altarriba y Kim (Norma Editorial, 2016)

Residencia de estudiantes de Susanna Martín (Bruguera, 2019)

Cómics sobre la guerra civil

36-39: Malos tiempos de Carlos Giménez (De Bolsillo, 2011)

La guerra civil de Paul Preston de José Pablo García (Debate, 2016)

Dr. Uriel de Sento Llobell y Elena Uriel (Astiberri, 2017)